Andrés Jaramillo.
Esta sesión corresponde a una serie de preguntas realizadas por los oyentes del Programa Radial.
Andrés Jaramillo.
Esta sesión corresponde a una serie de preguntas realizadas por los oyentes del Programa Radial.
Por definición básica una droga es toda sustancia que ingerida produce en el organismo algún tipo de reacción psicológica y, de hecho, estas drogas tienden a generar adicción.
Hablamos de que las drogas tienen un poder psicoactivo, es decir, la capacidad de obrar psicológica e intrapsíquicamente en una persona y tienen también un potencial adictivo. Básicamente, el potencial adictivo lo define la capacidad que tiene la sustancia para generar dependencia en una persona.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) propone tres categorías fundamentales de drogas: 1. las alucinógenas; 2. los estimulantes; y, 3. las sustancias depresoras del Sistema Nervioso Central (SNC). Esta clasificación es un poco anacrónica, vetusta. La clasificación más acertada es la propuesta por el Dr. Pierre Deniker quien clasifica las drogas en psicodislépticos, que son las sustancias que tienen un capacidad delirante y también alucinógena (homgos, LSD, etc.), lo cual es muy diferente a ser solo alucinógena como la marihuana. Se encuentran los psicoanalépticos, sustancias que tienden a ser estimulantes, es decir, que aceleran a las personas, como la cocaína, las anfetaminas, algunas derogas de diseño o drogas emetrgentes y los psicolepticos que tienden a normalizar el estado de ánimo aplacándolo a desarrollando una actividad depresora del sistema nervioso central, sin que esto signifique el que tengan que producir depresión, como por ejemplo los analgésicos narcóticos entre ellos la heroína, el tramal, etc.. Y también propuestas por deniker están las sustancias normotímicas que tienden a estabilizar el ánimo. Siempre que en psicología se hable del estado de ánimo, se habla no tanto de las emociones sino del afecto, entendido como el estado de ánimo que se deprime hacia lña tristeza y desmotivacion o se expande hacia la alegría.
Todas estas categorías son de tipo estupefacientes, es decir, generan adicción. Los hay con sus categorías como narcóticos opioides según su origen y los cannabináceos; como tal, debemos entender que no se debe dar una connotación siempre de ilegal a las drogas. También los fármacos tienen los criterios para poder clasificarse como drogas. Cuando hay una farmacodependencia esta amerita un tratamiento, situación muy frecuente en el caso de los analgésicos como el tramal, y en los ansiolíticos como el clonazepam y el alprazolam, que suelen generar adicción.
Como tal, la droga es una sustancia que entra al organismo, produce un efecto intrapsíquico y puede generar dependencia.
Las sustancias tienen un bonding, en inglés, que significa “pegar”, que es la capacidad adictiva que tiene una sustancia, es decir, que hay unas sustancias con un bonding supremamente alto, mientras que otras supremamente suave. Todo depende básicamente de la sensibilidad o predisposición que tenga una persona en su fenotipo conductual. Es decir, dentro del fenotipo está el psicotipo que es cómo son sus rasgos psicológicos, vemos cuál es el genotipo que es la herencia y vemos también el biotipo. Por ejemplo, el alcoholismo en el hombre es mucho más frecuente y en la mujer menos, aunque tiende a ser supremamente agresivo.
Las adicciones se producen cuando hay un componente individual predisponente; existe la predisposición de la persona a este tipo de comportamiento. Valga decir que no solo se presentan adicciones a los químicos sino también existen adicciones no químicas como la ludopatía, el sexo compulsivo, la comida, y el “donjuanismo”, entre otras. Siempre que hablamos de una adicción nos referimos a que hay un estímulo al circuito del placer o al circuito de la dopamina. Esto ha sido comprobado por estudios que se han logrado concretar por varios centros de investigación en los E.EU.U., Gran Bretaña, India, incluso en España. Por ellos ya sabemos que las adicciones involucran el circuito del placer y hay un componente en el cerebro.
Realmente, la persona debe desarrollar un proceso neuroplástico, asistido médica y psicológicamente para poder superarlas. Podemos hablar de una enfermedad de las conexiones a nivel cerebro que van produciendo una búsqueda obsesiva de placer.
Vemos que no todas las personas que entran a un bar a tomarse un trago o una cerveza son alcohólicas. Lo mismo sucede con la marihuana, no todos los consumidores son adictos a ella, no todos los que consumen una pastilla son adictos. Realmente, cuando se habla de adicción es porque va absorbiendo a la persona y tiene dificultades para controlar su consumo. Hay indicadores de que hay un trastorno adictivo cuando la persona pierde el control sobre el consumo y empieza a consumir en espacios inadecuados, en tiempos inadecuados no únicamente el fin de semana, y hay consumos en solitario especialmente en la mañana.
Siempre que hay un trastorno adictivo es porque hay un deterioro en las áreas de desarrollo de la persona, inicia el deterioro familiar, laboral, económico y emocional. La persona se va descompensando, porque el estar pensando en la sustancia, deseándola, consiguiéndola, y consumiéndola se convierte en su sentido de vida, es decir, su conducta se va deteriorando evidentemente porque hay un deterioro en la personalidad. La conducta la vamos a entender como lo que hace el ser humano.,
Hay muchos tipos de consumo. Está el perjudicial y el no perjudicial. Se entiende técnicamente que todo consumo antes de los 25 años suele ser un consumo perjudicial porque el cerebro no se ha terminado de desarrollar. Por lo tanto, es más fácil desarrollar una adicción cuando se presentan consumos antes de los 25 años. Por ello, hay que estar muy atentos y cualquier edad es buena para dar un buen tratamiento.
¿Qué se entiende por una enfermedad? Básicamente cuando hay un proceso de deterioro en el ser humano. No podemos entender esto como la vejez, que es un proceso de deterioro, pero no es una enfermedad. En una enfermedad se pierde la firmeza existencial y se pierde el equilibrio homeostático, es decir, que las diferentes áreas de desarrollo, la biológica, la mental, la espiritual empiezan a deteriorarse. Cuando estamos hablando de enfermedad es porque ha comenzado un proceso autodestructivo en algún tipo de órgano, de miembro, de sistema.
Cuando hablamos de enfermedades mentales, hablamos de que hay un desequilibrio tanto en el pensamiento, que es la capacidad de pensar sanamente, como en la emoción, que es la capacidad de sentir y responder a esas emociones de una manera coherente y constructiva y, también, porque hay un problema en el afecto, es decir, en el estado de ánimo.
Cuando hablamos de la enfermedad adictiva hay un proceso de deterioro, para algunos un proceso un poco degenerativo de la conducta, donde la persona inicia una cantidad de procesos completamente autodestructivos, pues es una enfermedad que ataca la capacidad de decisión y la voluntad de la persona. La persona pierde la capacidad de decidir si consume, o no, hasta que el consumo se convierte en su sentido de vida, obviamente entrando en deterioro todas sus áreas de desarrollo.
La adicción es una sola enfermedad que involucra al circuito dopaminérgico; todas las adicciones por sus características individuales son diferentes. Por ello, los tratamientos deben ser completamente personalizados pues no existe un tratamiento igual para todos los adictos sean químicos o no químicos.
Es importante diferenciar las adicciones de las manías y de los trastornos obsesivos compulsivos. Por ejemplo, en una manía hay una afectación en el comportamiento del control de los impulsos como en el caso de una cleptomanía, en una persona que está quemando objetos, en una que dice mentiras (mitómana), o en la dromomanía que es caminar sin sentido por todas partes. Estas no son adicciones, como tampoco lo son pegar calcomanías en la pared, o lavarse las manos compulsivamente. En realidad, un trastorno obsesivo compulsivo comparte la ansiedad con las adicciones, también los pensamientos intrusivos, pero no hay estímulos en el circuito del placer. Una adicción química es un comportamiento que produce placer y se puede hacer recurrente, repetitivo y compulsivo, lo cual genera deterioro en la persona. Lo vemos en la comida, en el sexo, en el juego, en la masturbación compulsiva, en la pornografía. En estos casos el cerebro se estimula de la misma manera como con las drogas.
Las drogas como tal “no drogan”; ellas estimulan al cerebro para que secrete determinados químicos endógenos o químicos internos asociados a los neurotransmisores que van a producir esa sensación de placer. Es decir, la marihuana interviene en los receptores cannabináceos, la cocaína estimula directamente la secreción de dopamina, el alcohol también actúa sobre la secreción de dopamina, la victoria del jugador ―se ha demostrado con tomografía de positrones― que libera y estimula los mismos centros cerebrales que la cocaína o lo mismo que un orgasmo. Estamos viendo que siempre hay un compromiso a nivel cerebro que se relaciona en los mismos centros: en la amígdala, en el hipocampo, en el núcleo de Accumbens, especialmente en los receptores D2 de la dopamina.
Para responder a esto debemos entender un poco la historia de las adicciones y la historia de los tratamientos. Durante muchos años los romanos las consideraron como vicios de la conducta. Vemos ―a través de Hollywood― a los emperadores romanos como Calígula, con vicios, orgías, acompañados con uvas, con vino, eso fue cuando el imperio romano entró en decadencia. Este imperio era absolutamente militar, riguroso y policivo y encontraban estas adicciones como vicios de la conducta que ameritaban castigo.
En los griegos ya tenía palabras para definir el alcoholismo como la enofilia y llamaban dipsomanías a esos comportamientos díscolos, sibaritas y edonistas de búsqueda de placer. Con el tiempo las adicciones quedaron a la usanza no de los griegos sino de los romanos. El imperio romano invade a Grecia, de allí viene la influencia del imperio romano sobre Europa y luego de esta sobre la Conquista, la colonia. A nosotros nos fue quedando la usanza de entender al adicto como un desviado moral, cuando no es así.
Al considerar a las drogas como ilegales, se hizo la asociación de que el adicto es un delincuente. Algunos investigadores como Nils Bejerot, médico forense encargado de hacer algunos de los lineamientos en la Organización Mundial de la Salud, generó una serie de indicaciones para que el consumidor de drogas fuera tratado como un delincuente. Esto tuvo como consecuencia que durante gran parte el siglo pasado el consumo de droga y las adicciones estuvieran por fuera de la investigación académica y de los estudios clínicos en las mejores universidades. Solo hasta 1980, 1990, se comenzaron a hacer investigaciones serias.
Nosotros no podemos ser fundamentalistas, cuando analizamos programas para tratamiento de adicciones, todos tienen sus bondades y sus contras. Por ello, un buen tratamiento debe ser complementario. Debe abordar básicamente el tema espiritual, que lo tomamos de los Alcohólicos Anónimos (A.A.) por ejemplo, cuyo programa busca un despertar espiritual. Cuando A.A. fueron creados, los avances de la ciencia eran prácticamente mínimos. Hoy por hoy vemos que la neurofarmacología, la psicología, la psiquiatría han dado grandes y poderosas herramientas para que la persona logre su realización personal, logre sanar sus áreas personales, del yo, todos sus conflictos interiores, por lo tanto, el mejor es el tratamiento integral.
Este es un tratamiento que enfoca integralmente, interdisciplinariamente, un mismo problema, también este problema tiene impacto en las diferentes áreas de desarrollo del ser. Dentro de todo esto, incluso dentro de las mismas escuelas de psicología, hay programas que tienen sus bondades como el cognitivo conductual; hay programas que tienen un abordaje sistémico que ayuda bastante; y, por supuesto el apoyo médico-psiquiátrico, pues hoy en día se disponen de medicamentos milagrosos para sanar temas de ansiedad, depresión y pensamientos sicóticos.
La parte espiritual es un componente de gran peso para la reconciliación de la persona consigo misma o con sus entornos, y para adquirir un estilo de vida sano a nivel de espiritual. Haciendo un abordaje integral se toma mano de lo científico y de lo espiritual.
Es importante no dejar esto a las adivinanzas. Hoy se disponen en el mercado las pruebas de detección de sustancias. Algunos enfoques de la psicología dicen que eso es invasivo, que es lesivo para la privacidad del niño, pero realmente son enfoques llamados a recoger al día de hoy. Si hablamos de una familia que se quiere blindar contra los ladrones debe tener buenas cerraduras; su puerta deberá estar cerrada con llave de noche. Si queremos blindar del consumo abusivo a nuestros menores de edad debemos aplicar las pruebas aleatorias de consumo desde los 12 o 13 años; se le acostumbra a la prueba de orina frecuente, aleatoria, es decir, de vez en cuando para saber si hay un consumo. Si hay un consumo significativo, la familia debe tomar consecuencias, para evitar, como realmente manifiestan cientos de seres humanos, un naufragio existencial.
Debemos deshacernos del mito de que las drogas no hacen daño, de que la marihuana es una droga segura. Eso es completamente falso, porque definitivamente el alcohol y la marihuana son puertas de entrada a oscuros submundos que arruinan y arrasan con la familia, están arrasando con la sociedad. Una familia responsable debe acudir, ante todo, a tratamiento para que se haga una nueva valoración diagnóstica.
Una cosa es consumir y otra es volverse adicto, por ello la personalidad es un ingrediente supremamente importante. Elaborar pruebas de personalidad, una entrevista a nivel de personalidad con un buen profesional para poder establecer si hay realmente un riesgo a nivel de personalidad, y determinar si hay riesgo en llevar el uso a una dependencia, dos cosas muy diferentes. Esto se establece especialmente a través de Eje 2 en el diagnóstico clínico multiaxial que son los factores de la personalidad. Si el muchacho es muy raro, muy excéntrico con tendencia al aislamiento o si es muy inestable en sus emociones, narciso, con un ego enorme o en su defecto tiene grandes ansiedades vamos a encontrar a la persona que psicológicamente es proclive a desarrollar adicción. Por ello debemos detener en ese momento, cualquier consumo prodrómico o cualquier consumo precursor de problemas adictivos de primer orden.
Hoy entendemos que todo esto es un proceso de neuroplasticidad cerebral. Por estudios recientes al cerebro no podemos verlo como un circuito de un computador, si lo fuera, podría elaborar un nuevo circuito por sí solo o elaborar nuevas conexiones por sí mismo, es decir, el cerebro no es un órgano rígido, inmodificable.
Esta teoría de la neuroplasticidad cerebral empezó hacia el año 2002, 2004, 2005 a tomar mucho auge, la solución en adicciones es elaborar nuevas conexiones y esto se puede hacer asistido, obviamente médicamente, por vitaminas, minerales, aminoácidos esenciales y otra serie de técnicas profesionales que van a favorecer que el cerebro pueda abandonar las conexiones que elaboró de consumo. Esto hay que entenderlo como una zanja por donde corre agua y esa agua hizo conexión, pero con un buen tratamiento esa sana ya elaboró una nueva conexión, eso se llama calidad de vida en abstinencia y un buen tratamiento la produce.
Lo primero es un buen tratamiento. Se dice en el dicho popular que “adicto con comida y con techo, adicto para toda la vida”. Si la familia consiente el consumo no se van a accionar los cambios. Según el constructivismo humanista existencial hay tres etapas de cambio: la motivación, la acción y el sostenimiento. Es decir, el cambio hay que accionarlo y adaptarse al cambio instaurado.
Si la persona va a entrar en esta primera fase de la motivación, el primer paso es querer cambiar, si le estamos dando todo a la persona no va a accionar el deseo de cambio. Por ello, las familias deben aprender el equilibrio, los que dan demasiado deben hacerse restrictivos y los que no dan y son demasiado controladores con norma excesiva, que aflojen un poco, se trata de dar equilibrio en la relación y reciprocidad entre padres e hijos.
Estos aspectos se deben entender y situarnos en la sociedad actual en la cual tenemos un entorno, un factor supraordinal supremamente lesivo para nuestros jóvenes. No estamos hablando de 4 o 5% de los jóvenes tuvieron acceso a la marihuana como hace 50 años, hoy en día el 95% de los jóvenes que se gradúan del bachillerato al menos han visto la marihuana, el 40% la ha probado al menos una vez o ha estado en escenarios de consumo. Estamos hablando de que es del pan coger, del diario vivir, vemos esto en las universidades, realmente el consumo es algo que se generalizó socialmente.
Debemos darle herramientas en casa a nuestros hijos para que aprendan a decir no y, sobre todo, que se sientan con suficiente poder personal, empoderamiento, para decirle no a esa constante oferta. Más aun, todo consumo va a ser de altísimo riesgo cuando hay una herencia de alcoholismo, de adicción, de depresión, y/o de enfermedad mental en la casa.
Otro asunto son los gratificadores, nosotros tenemos que proveer a nuestros hijos de gratificadores sanos, por ello el tiempo libre, los deportes, las salidas a pasear, todas estas son cuestiones importantes. Si privamos a nuestros hijos de placeres sanos, ellos van a encontrar placeres prohibidos; se van a ir a manejar todos estos peligros o riesgos, que hoy en día se llaman riesgos negativos.
Hay que enseñarles a que asuman riesgos positivos, caminar desde niños, a usar patineta, la cicla, a caerse, a estar con amigos, exponerlos al riesgo positivo y no sumergidos en una burbuja de cristal, sobreprotegidos porque les estamos haciendo un daño tremendo. Debemos no proteger en demasía, que es la sobreprotección, y tampoco dejarlos como flores silvestres para que se críen solos a merced de la internet, los amigos y la televisión. Hoy estamos en una sociedad telemática donde la amenaza se encuentra en pantallas que los van absorbiendo, cuyo resultado son niños que no saben encontrarse con sus ansiedades y temores, y vencerlos.
He hablado del enfoque integral y he mencionado hacer énfasis en las patologías duales. Es decir, si se va a escoger un tratamiento atender el aspecto de que las personas no saben sobre la personalidad y creen que el problema es solo el consumo. Entonces, ese no es un buen lugar, no es un buen tratamiento.
La parte más importante es la personalidad, porque es lo que lleva a la persona de la fase del uso al abuso y del abuso a la dependencia. Si quitamos el consumo nos queda en el sustrato de la patología un desorden de la personalidad en un 80, 85% de los casos. Si no se trabaja en el desajuste de la personalidad tenemos una altísima probabilidad de recaída. Por ello, es indispensable trabajar bajo un diagnóstico integral, el mejor es el clínico multiaxial, que nosotros trabajamos con los 5 ejes clásicos, agregándole 2 ejes más: uno de inteligencias básicas ―inteligencia analítica, social, emocional, afectiva y espiritual―, y otro de promover los sentidos de la conciencia, fomentado por el constructivismo humanista existencial.
Es difícil dar una respuesta, una persona tiene su caja de herramientas y debe decidir cuál es la favorita, cuál es la ideal. Cualquier herramienta es útil en determinado momento, el abordaje básicamente cognitivo conductual busca accionar muchos cambios en la manera de pensar específica derivando de ahí todo el comportamiento y la conducta del ser humano. También, todo lo que son enfoques psicoanalíticos o psicodinámicos que van mucho más lejos del principio del placer; este enfoque es mucho más denso y básicamente se basa en los conflictos intrapersonales entre los diferentes componentes del yo, del cual surge el problema existencial. Hablamos también de la psicología psicosocial, también hablamos de que el hombre es según sus entornos, sus características. Otro, por ejemplo, el abordaje sistémico con sus bondades de ver al ser humano como una integralidad de sus diferentes áreas.
Todos tienen sus bondades y carencias, pero debemos ser personas coherentes y racionales absolutamente con la elección de la persona (profesional) más que todo que cuente con amplia experiencia, que tenga una trayectoria, una historia de vida, una victoria de casos exitosos. No solo se trata de hacer sentir bien al paciente, sino de que este asuma una conducta moral, una ética personal. Tal vez lo más importante es llevar a las personas al más brillante y más necesario de los esquemas de afrontamiento, el desarrollo de la autonomía. Es decir, la capacidad del ser del autoabastecimiento, no solo de la cotidianeidad material, sino del abastecimiento de la cotidianeidad de amor propio ―allí surge la autoestima―, y del control interno ― donde surge el autocontrol―.