El tratamiento del alcoholismo en Centro Espiritual & Integral Función Futuro involucra toda una serie de actividades de varias escuelas de la psicología, del pensamiento moderno, de la espiritualidad y de la psicofarmacología, que no solo van a llevar a la persona a controlar el consumo mediante la abstinencia, sino también hacen énfasis en los síntomas psicológicos.
El alcoholismo es una enfermedad que ha sido aceptada como tal recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aun cuando ya se ha venido definiendo desde hace varios siglos. Los griegos básicamente tenían dos palabras para referirse al alcoholismo: una, las dipsomanías, palabra que proviene del griego manía, locura, que significan manías un poco díscolas de generar excesos mediante el consumo de alcohol; y dos, la enofilia, que es la afición por el vino.
Durante el imperio romano, cuya sociedad solía ser muy disciplinada, a diferencia de lo que nos ha mostrado Hollywood a raíz del exceso de algunos emperadores, se llegó a sancionar la embriaguez excesiva con castigos físicos como el látigo, muy similar a como se fustigó a Jesucristo.
A raíz de la influencia del imperio romano, en occidente se interpretó al alcoholismo como un vicio de la conducta, como un hábito completamente reprimible y una malformación espiritual. Con el paso de los años, el consumo de alcohol se incrementó en Europa a raíz del inadecuado manejo de las aguas de los acueductos, por lo que estas comenzaron a ser más y más insalubres. Por aquella época, en Europa se vertían todas las aguas servidas―esto quiere decir con heces y excrementos―, a los mismos acueductos y contaminaban las aguas que iban a beber los de río abajo.
Para evitar los riesgos de la contaminación, las personas tomaron el hábito de beber formalmente el vino y la cerveza durante las comidas, incluso en los días entre semana. Esto fue generando algún incremento en los casos de la enfermedad alcohólica. Con el descubrimiento de América la papa es llevada a Europa. La papa es un vegetal con muchos almidones, de los que se extraen fácilmente líquidos con altos niveles de etanol, como es el caso del vodka. El vodka como un fenómeno social, como fenómeno antropológico, se fue haciendo de un uso en Rusia y en la Península Escandinava para mitigar los embates de frío.
Con el tiempo se desarrollaron una gran cantidad de investigaciones en torno al alcoholismo. Fue el médico Magnus Huss, quien nombra la palabra alcoholismo por primera vez, término que, gracias a un médico francés contemporáneo de Philippe Pinel, fue ampliamente difundido. Este hito permite describir determinadas curvas para definir los diferentes estadios del alcoholismo. Más adelante, en Norteamérica, encontramos los trabajos de Jellinek, quien define una serie de tipos de alcoholismo que van desde el uso regular, sin pérdida de control, hasta los episodios o palimpsestos alcohólicos conocidos como las desviaciones de conciencia y de comportamiento por la pérdida de control mediante la ingesta de la sustancia.
Por aquella época se generan los primeros tratamientos para alcoholismo. Pero estos tratamientos, nos dice la historia, básicamente empiezan por la metodología de los Alcohólicos Anónimos (A.A.), debido a que en EE.UU. se incrementó enormemente el consumo después de la Ley Volstead. Hemos visto históricamente en los libros que se han publicado por parte de la Fundación, como con el prohibicionismo no se redujo el alcoholismo, más bien se vino a presentar un reflejo de los niveles de consumo después de que este se acabara.
Es por esta época y por la Ley, algo es mejor que nada, que se generan los primeros grupos de los 12 pasos de A.A., donde alcohólicos ayudaban a otros alcohólicos mediante el seguimiento de un estilo de vida altamente espiritual y enfocados también en el servicio. Como tal, los 12 pasos no constituyen un tratamiento, pero son un delineamiento muy claro, a través de las mismas deducciones que toman los alcohólicos anónimos, para entender lo que es la impotencia y la ingobernabilidad.
La impotencia está demostrada hoy en día como un factor neurobiológico a nivel cerebro, por lo tanto, el alcohólico no es culpable de padecer su enfermedad, pero sí es responsable de asumir un tratamiento. La ingobernabilidad no se puede limitar únicamente a una palabra, sino a toda esta suerte de síntomas psicológicos que van desde los pensamientos invasivos, de consumo recurrentes, distorsiones a través de proyecciones controladas, justificación, y de muchísimas fracturas en el yo. El yo del alcohólico se va fracturando; la persona empieza a ver cada vez más su yo ideal lejano y aumentan los niveles de frustración pues no logra su autorrealización. Las personas comienzan a ser rechazadas y a ser criticadas, esto erosiona y acaba completamente todas estas estructuras.
De ahí en adelante vemos comorbilidades como la depresión, la misma esquizofrenia, la psicosis y la bipolaridad, las cuales llevan a la persona a beber. La decisión de tomar no solo es un acto consciente, también es inconsciente para liberar sus síntomas psicológicos como pueden ser la tristeza, la desesperación, la angustia, muchísimo acelere y la desorganización en su pensamiento. De esta manera surgen todas estas comorbilidades, que se entienden hoy por el eje 2, donde se encuentran los desórdenes de la personalidad.
Encontramos que hay una frecuencia alta, por lo menos de un 60% a 70%, de desórdenes de la personalidad en alcoholismo diagnosticado, excepto cuando es un alcoholismo transmitido por vía genética. Estos casos de alcoholismo en vía genética se pueden desarrollar desde los 18, 20, 25 años hasta los 40 y 45 años, donde no hay mucho compromiso con personalidad; las personas tienen cierta funcionalidad en las áreas laboral y familiar. Sin embargo, en personas jóvenes con alcoholismo vemos que hay mucho deterioro en la personalidad. En ellas se refuerza la tendencia al aislamiento, se desorganiza el pensamiento, surge una enorme inestabilidad emocional, o también se presentan trastornos de la ansiedad, bien sea por dependencia o por evitación. Por ello es muy importante detectar y tratar también todas estas problemáticas, para realizar un tratamiento del alcoholismo completamente satisfactorio, pues no se trata de controlar únicamente el consumo. Aunque muchas veces la persona lo hace porque le toca y, así, se diezma su calidad de vida, pues lo hace bajo un acto contensivo y obligatorio.
Cuando hay un tratamiento para el alcoholismo con un enfoque cognitivo-conductual ―donde la persona aprende a manejar sus pensamientos y se monitorea interiormente―, encontraremos unos resultados óptimos. De esta manera se pretende que la persona logre la abstinencia, y que esta no le duela, no le talle su existencia y pueda llevar una vida completamente libre de alcohol al superar el principal síntoma del alcoholismo, el consumo de alcohol.
Definitivamente, los tratamientos por Enfoque Integral superan, sin demeritar, a todos los tratamientos del siglo pasado, y toman algunos recursos espirituales, científicos y psicológicos para lograr un tratamiento integrado e integral. Con ello se lleva a la persona también al desarrollo de una vida espiritual, sin entender esto como algún fanatismo ideológico, sino más bien como un proceso de reconciliación de la persona consigo misma. También es un proceso de resignificación, pues se busca dar un nuevo significado a la existencia y no únicamente el desarrollo de un sentido de vida, sino un nuevo sentido existencial.
El tratamiento del alcoholismo de la Centro Espiritual & Integral Función Futuro trabaja para que la persona no logre solamente contener el consumo, sino que tenga una buena calidad de vida sin él y, lo más importante, que logre una autorrealización personal, pues hacemos mucho énfasis en el proyecto de vida. Todos estos aspectos los hemos trabajado en los últimos quince años con absoluto éxito, como así lo demuestran cientos de personas que se han beneficiado con nuestros tratamientos.