El tratamiento para la depresión es relativamente reciente cuando hablamos de su efectividad. La depresión es un término acuñado en el habla inglesa, proviene de la palabra latina depressus, del prefijo de y premere, que significa imprimir fuerza hacia abajo. Hoy en día la depresión pertenece a los trastornos del estado de ánimo o a los trastornos del afecto. Siempre que se habla del término afecto en psicología, en psiquiatría y demás ciencias afines, estamos hablando del estado de ánimo.
El estado de ánimo básicamente tiene dos direcciones o dos pulsiones, es bidireccional: se puede deprimir hacia la tristeza, la melancolía o hacia la profunda depresión del estado de ánimo; o puede subir hacia la alegría o la euforia. Esto básicamente se entiende, en el caso de las depresiones, como la hipotimia y la distimia; la hipotimia es un ánimo disminuido y la distimia básicamente es el ánimo aún más movido.
La depresión, desde el punto de vista antropológico, es contemplada a través de una visión transcultural, considerada como un metaconcepto, es decir, es algo que ha estado presente en todas las épocas, en diferentes civilizaciones y culturas. Cuando estamos hablando históricamente de la depresión tenemos que ir y remontarnos a los propios orígenes de estas tristezas profundas. Encontramos, por ejemplo, tantas citas bíblicas de personajes que sufrían de profundas tristezas, quienes incluso con cánticos y salmos trataban de subir su estado de ánimo.
Antiguamente se consideraba al depresivo como una persona posesa, que había tomado la decisión de estar desmotivada o triste. La depresión, como cualquier enfermedad mental, no es una decisión personal. Ningún ser humano decide ser adicto o esquizofrénico, depresivo o bipolar.
Philippe Pinel, considerado el padre de la psiquiatría moderna, empieza a elaborar una clasificación sobre los trastornos psíquicos que derivan en las melancolías, que son las alteraciones de las funciones intelectuales; las manías, que son las excesivas excitaciones nerviosas con delirio o sin él; las demencias, que son las alteraciones de los procesos de pensamiento; y la idiocia, entendida como el detrimento de las facultades intelectuales y de los afectos. Fue el mismo Pinel la persona encargada de llevar los tratamientos a un grado más humanizado. Antes de Pinel eran tratamientos peores que para esclavos o animales, en pésimas condiciones de hacinamiento, e incluso de tortura física, pues no tenían un recurso intelectual para orientar el tratamiento. Solo a través de infligir el dolor en el paciente se lograba hacer algunos cambios, pero eso era absolutamente inhumano.
Después viene Emil Kraepelin, padre de la nosología moderna, quien fue la persona encargada de hacer las clasificaciones más científicas de las diferentes enfermedades mentales y describe la psicosis maniaco-depresiva; además, define la depresión como una melancolía involutiva. Así, surgen los criterios nosológicos y nosotáxicos de lo que se conoce como las enfermedades depresivas. Con el tiempo se entiende que la persona con depresión es un ser humano, un ser integral con su alma, con su espíritu, con ilusiones y sueños, que muchas veces se ven truncados por esta enfermedad. El alcoholismo es susceptible a tratamiento y responde muy bien a la luz del Enfoque Integral y a los tratamientos que brindamos en la Centro Espiritual & Integral Función Futuro.
Hace muchos años los monjes del desierto acuñaron los pecados capitales o vicios del alma ―según ellos eran 8, los mismos 7 que consideramos al día de hoy, más la cobardía― después, trataron de sumar la tristeza. Sin embargo, cuando el Papa Gregorio acuñó el listado de los vicios o pecados capitales, la tristeza salió.
No podemos dar una connotación de pecado a una enfermedad. Es decir que, al principio a todas estas enfermedades psíquicas, tanto del pensamiento, de la emoción y del afecto, se les confería atribuciones demoníacas. Realmente a la luz del siglo XXI entendemos a la depresión como una enfermedad.
La depresión no es exógena, no tiene un factor únicamente extrínseco, esto quiere decir de entorno o de medio ambiente. Son factores exógenos cuando sufrimos un duelo, una pérdida económica, universitaria o de un puesto en el trabajo, y es importante entender que todo esto puede pasar fácilmente. Si estos signos o síntomas prevalecen, se puede diagnosticar como tal la depresión. En la depresión hablamos de que hay un origen endógeno, es decir que está en el cerebro, intrínsicamente dentro de la funcionalidad del mismo asociado a un neurotransmisor, la serotonina, la cual ayuda a regular los estados de ánimo.
Los tratamientos para la depresión han pasado en la antigua Grecia por la trascendencia, el sentido de vida y, más tarde, por los procesos de inteligencia espiritual que nos describe la célebre carta “A Diogneto”. Después de las primeras escuelas de sicología surgen las escuelas de filosofía, incluso, la psicología médica o la psiquiatría tiene una gran influencia en filosofía. El mismo Sigmund Freud con el psicoanálisis fue la primera persona que empezó a mostrar cierta efectividad en los tratamientos para depresión, cuando aún en esa época no se hablaba de la psicofarmacología.
La psicofarmacología básicamente es la ciencia que ha logrado diseñar determinados fármacos o medicamentos, los cuales van a tener una influencia definitiva sobre el funcionamiento regular o normal del cerebro. Hacia 1950 se inicia el desarrollo de ciertos fármacos, se empieza con los antidepresivos tricíclicos, después se da un paso hacia los ansiolíticos benzodiazepínicos, luego surgen los antidepresivos como la fluoxetina y otros que son inhibidores de la serotonina. De esta manera, se empieza a demostrar la efectividad del tratamiento farmacológico de la depresión. Muchas veces cuando hay depresión se hace completamente necesario el trabajo psicofarmacológico.
Cuando hacemos referencia a las terapias integrales hablamos de las terapias bidireccionales. Esto quiere decir que son de varios profesionales que están interviniendo a la persona de una manera no aislada, sino mancomunada. Esta serie de técnicas las describe uno de las grandes de la personalidad del siglo pasado, John Gunderson, quien indica que cuando hay un trabajo de psicoterapia, de consejería psicoespiritual y de psicofarmacología, el pronóstico va a ser absolutamente más favorable. Los tratamientos para la depresión en Función Futuro, que oscilan entre lo espiritual y lo científico, van a garantizar a usted un tratamiento integral e integrado, donde se va a favorecer completamente el pronóstico. Nuestras estadísticas, según la evidencia, han sido completamente favorables.
En el tratamiento para la depresión, cuando se hace con un abordaje por ejemplo cognitivo-conductual ―debemos citar incluso al mismo Aaron T. Beck cuando él genera su famoso trío de los orígenes de la depresión, más psicológico que neurobiológico― encontramos la falla en el autoconcepto, un yo completamente devaluado, la percepción de un entorno hostil y la percepción de un futuro completamente desolador. De esta manera surgen proyecciones fatalistas, la pobreza en el autoconcepto, en donde vemos un gran detrimento que tarde o temprano produce un síndrome motivacional.
El síndrome motivacional básicamente es una pérdida de interés, no solo por las acciones o circuitos del ser humano que vayan a generar placer luego de un esfuerzo, sino por actividades cotidianas como el comer, bañarse y salir de casa. Por lo tanto, la personas que sufren un trastorno depresivo se encierran en sí mismas, dentro de su misma casa o dentro de su misma alcoba. Además, derivan en otras patologías como el alcoholismo, diferentes adicciones y trastornos como la agorafobia o incluso el suicidio.
Por ello es tan importante hacer un abordaje diagnóstico en un comienzo y establecer los factores exógenos y endógenos, determinar si realmente hay algún déficit a nivel cerebral, razón por la cual debemos coadyubarnos con todas las técnicas de la psiquiatría ortomolecular. Estas técnicas van a ayudar al cerebro a suplir con minerales, vitaminas, aminoácidos esenciales y sales para que el cerebro, por sí solo, pueda realizar un proceso altamente neuroplástico para regular sus diferentes equilibrios. Así, con un cerebro bien nutrido se va a producir más fácilmente un equilibrio homeostático de estos procesos, que anteceden a la conectividad de las redes neuronales.
Nuestro tratamiento para la depresión van mucho más allá del enfoque que pueda brindar una clínica psiquiátrica, pues manejamos muy pocas personas, prácticamente brindamos un servicio personalizado donde no hay posibilidad de hacer un enmascaramiento diagnóstico, o que el paciente no se beneficie del tratamiento farmacológico, como sucede en muchísimas clínicas. Nosotros ofrecemos tratamiento farmacológico con los mejores psiquiatras, quienes cuentan con especializaciones, asistencias a los mejores congresos mundiales, actualizaciones en el tema y constantes lecturas de los conocimientos más avanzados.
Los tratamientos para la depresión en Función Futuro no solo tratan los síntomas de primer orden, sino van más allá, a los síntomas de segundo orden. De tal manera, ayudamos al paciente a través de todas estas técnicas de consejería, de psicología, de psiquiatría y de técnicas espirituales desde reconciliación y resignificación para que pueda trascender y encuentre un por qué y un para qué vivir. Lo apoyamos para formar un proyecto de vida, y en el desarrollo de un sentido de vida completamente espiritual. Asimismo, para que la persona pueda ser útil a sí misma y útil a los demás elevando, de hecho, la escuela de funcionamiento global. Ayudamos al paciente a generar un bienestar en todas sus áreas de desarrollo para que logre la autorrealización, que es importante tanto en los trastornos adictivos como en las enfermedades mentales, incluso en la depresión. El mejor blindaje en la depresión es la autorrealización.
Es importante hacer un tratamiento para la depresión concienzudo, un tratamiento que favorezca la autoestima, el autocontrol y llevar a la persona a la más alta de las bondades del carácter, la autonomía. Entendemos la autonomía como la capacidad de autoabastecimiento, que la persona pueda llegar a abastecerse, sino total sí parcialmente en su cotidianidad, no solo de las cosas materiales sino del control interno. Implica que sea una persona que pueda propenderse a sí misma autocontrol, que pueda desarrollar la suficiente autoestima. Siempre en el tratamiento para la depresión se le enseñan a la persona todas estas herramientas de asertividad para que pueda expresar libremente sus pensamientos, sus conceptos, para que no reprima sus emociones y sea más resiliente.
Tenemos un abordaje multifactorial, con un apalancamiento en técnicas psicoanalíticas, en psicología, en enfoques cognitivo-conductuales, Buscamos que la persona alcance, lo que hemos descrito precisamente a través del constructivismo humanista existencial, la complianza, una capacidad del ser para actuar en favor de sus propios principios, de sus propios preceptos ―más allá de la capacidad de maniobrar bajo presión sus impulsos para evitar sus ansiedades o búsqueda del placer―, y logre ser una persona autorrealizada, más feliz, con más paz y más plenitud interior.